© Enrique Alcalá Ortiz

Por la tarde de este día

Covadonga visitamos.

El valle se ofrece abierto

entre los riscos del tajo;

las montañas escabrosas

son paredes del santuario

troceándose en la gruta

donde el jefe don Pelayo

inició la Reconquista

con unos pocos soldados.

?La Santina? desde entonces

tiene el valle perfumado

y Asturias agradecida

se protege con su manto.

Covadonga será el símbolo

que se riega con los lagos.

Se me ennudó la garganta,

se me secaron los labios,

me temblaban las dos piernas

y me sudaban las manos

cuando al pasar el río Sella

el valle quedó cerrado

entre los cerros en sombra

y la penumbra del campo.

Entonces, dije en silencio,

don Pelayo, don Pelayo,

los montes fueron tu escudo

y los valles un milagro,

rey te hicieron las leyendas

del noble pueblo asturiano.

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